DIARIO LA VERDAD: Primer set en blanco (74-59).
El Lucentum deja sin argumentos a La Palma en la segunda mitad y certifica su sexto triunfo consecutivo La dirección de Llompart y la excelente defensa firmada tras el descanso mantienen a los alicantinos invictos.
PEDRO ROJAS / ALICANTE
Ganar es vida, un escalón menos, recubre las canas, inocula ilusión, mantiene las expectativas en su peso ideal y confirma eso tan bonito del quiero y del por supuesto que puedo. Ganar, como se pueden imaginar, es tremendo. El baloncesto recupera las constantes vitales en la ciudad, pero que nadie se llame a engaño, el camino sigue siendo atropelladamente largo a pesar de que la ACB se vea ahora seis pasitos más cerca.
El Lucentum sumó ayer su primer set en blanco: 6-0 de inicio y Quintana, con su personal forma de guiar el proyecto, sigue la estela del señor Poch en aquellos domingos jacarandosos de vino y rosas. Hizo falta cambiar el frac por el mono de faena en la segunda mitad para que todo fuera rodado. Curiosamente, el equipo brilló más cuando presuntamente jugó más feo, cuando se topó de bruces consigo mismo y se dio cuenta de que en la grada del CT valen más tres buenas defensas que una sola canasta repleta de ornamento.
El empuje de La Palma se redujo al acierto del marfileño Koffi (un calco físico de aquel Roe que fichó Lamas) y a las concesiones que Martynas le hizo a Kohlmaier en la pintura durante la primera mitad. El Lituano jugó un partido paralelo al de su equipo porque él no peleaba contra el cuadro insular, lo hacía para mitigar sus propios miedos.
Mano izquierda
Se encerró en su ansiedad, en sus ganas de no fallarle al colectivo, en la sana rivalidad que provoca estar frente a un tipo tan alto como tú. El austriaco le ganó la partida, le sisó unos cuantos puntos y le fue cargando de faltas, de unas que se parecían mucho a las que él recibía en el otro aro y la señorita Marta pasaba por alto.
Quintana tenía que dirigir al equipo sin salpicar el ánimo de una de sus principales bazas. Le mimó, le dosificó la estancia en el banco para no terminar de hundirlo y, como no, acabó resucitándolo en la segunda mitad. La paciencia, como la sal, siempre es buena cuando se le coge el punto. Con todo el mundo teniendo clara la consigna, los segundos 20 minutos se fueron hilvanando sin necesidad de recurrir al encaje de bolillos.
La propuesta canaria pasó de la amenaza al hartazgo, de la brasa al humo, de tener opciones de dar la sorpresa a acabar sepultado debajo de ella. Un dato: los palmeros firmaban en el entreacto un 66% de acierto en el tiro y tras la reanudación la efectividad se redujo al 28%. Mano de santo.
Yao Koffi se quedó sólo y Pedro Llompart, en su mejor partido en casa, marcó el ritmo que más convenía a los suyos para que nadie perdiera un ápice de concentración en defensa. El base certificó la máxima ventaja (59-40) dando un recital de fundamentos ofensivos poniendo su envergadura entre él y Perico Sala (1,75 de estatura).
23-10 de parcial en el tercer cuarto y asunto resuelto. El Lucentum concedió 8 canastas a La Palma tras el descanso, le dejó sin aliento y le devolvió a su realidad a base de esfuerzo solidario, personalidad y mucho talento individual, el mismo que rezuma el proyecto, uno que tiene a Kyle Hill lanzándose al suelo para salvar una bola cuando la victoria ya era un hecho. Ellos suman, ustedes también, así que todo el mundo satisfecho.
Lucentum: Berni (2), Cazorla (5), Urtasun (17), Andriuskevicius (6), Coppenrath (11) -cinco inicial- Rejón (4), Llompart (12), Jorge García (3), Hill (8) y Weigand (6).
UB La Palma: Perico Sala (6), Marcos Suka (3), Shaw (3), Yao Koffi (21) Kohlmaier (12) -cinco inicial- Jonzen (-), Terrell (3), Sebas Arrocha (5) y Ermolinski (6).
Parciales: 19-15; 17-15; 23-10 y 15-19.
Árbitros: Asier Quintas y Marta Hernando.
PEDRO ROJAS / ALICANTE
Ganar es vida, un escalón menos, recubre las canas, inocula ilusión, mantiene las expectativas en su peso ideal y confirma eso tan bonito del quiero y del por supuesto que puedo. Ganar, como se pueden imaginar, es tremendo. El baloncesto recupera las constantes vitales en la ciudad, pero que nadie se llame a engaño, el camino sigue siendo atropelladamente largo a pesar de que la ACB se vea ahora seis pasitos más cerca.
El Lucentum sumó ayer su primer set en blanco: 6-0 de inicio y Quintana, con su personal forma de guiar el proyecto, sigue la estela del señor Poch en aquellos domingos jacarandosos de vino y rosas. Hizo falta cambiar el frac por el mono de faena en la segunda mitad para que todo fuera rodado. Curiosamente, el equipo brilló más cuando presuntamente jugó más feo, cuando se topó de bruces consigo mismo y se dio cuenta de que en la grada del CT valen más tres buenas defensas que una sola canasta repleta de ornamento.
El empuje de La Palma se redujo al acierto del marfileño Koffi (un calco físico de aquel Roe que fichó Lamas) y a las concesiones que Martynas le hizo a Kohlmaier en la pintura durante la primera mitad. El Lituano jugó un partido paralelo al de su equipo porque él no peleaba contra el cuadro insular, lo hacía para mitigar sus propios miedos.
Mano izquierda
Se encerró en su ansiedad, en sus ganas de no fallarle al colectivo, en la sana rivalidad que provoca estar frente a un tipo tan alto como tú. El austriaco le ganó la partida, le sisó unos cuantos puntos y le fue cargando de faltas, de unas que se parecían mucho a las que él recibía en el otro aro y la señorita Marta pasaba por alto.
Quintana tenía que dirigir al equipo sin salpicar el ánimo de una de sus principales bazas. Le mimó, le dosificó la estancia en el banco para no terminar de hundirlo y, como no, acabó resucitándolo en la segunda mitad. La paciencia, como la sal, siempre es buena cuando se le coge el punto. Con todo el mundo teniendo clara la consigna, los segundos 20 minutos se fueron hilvanando sin necesidad de recurrir al encaje de bolillos.
La propuesta canaria pasó de la amenaza al hartazgo, de la brasa al humo, de tener opciones de dar la sorpresa a acabar sepultado debajo de ella. Un dato: los palmeros firmaban en el entreacto un 66% de acierto en el tiro y tras la reanudación la efectividad se redujo al 28%. Mano de santo.
Yao Koffi se quedó sólo y Pedro Llompart, en su mejor partido en casa, marcó el ritmo que más convenía a los suyos para que nadie perdiera un ápice de concentración en defensa. El base certificó la máxima ventaja (59-40) dando un recital de fundamentos ofensivos poniendo su envergadura entre él y Perico Sala (1,75 de estatura).
23-10 de parcial en el tercer cuarto y asunto resuelto. El Lucentum concedió 8 canastas a La Palma tras el descanso, le dejó sin aliento y le devolvió a su realidad a base de esfuerzo solidario, personalidad y mucho talento individual, el mismo que rezuma el proyecto, uno que tiene a Kyle Hill lanzándose al suelo para salvar una bola cuando la victoria ya era un hecho. Ellos suman, ustedes también, así que todo el mundo satisfecho.
Lucentum: Berni (2), Cazorla (5), Urtasun (17), Andriuskevicius (6), Coppenrath (11) -cinco inicial- Rejón (4), Llompart (12), Jorge García (3), Hill (8) y Weigand (6).
UB La Palma: Perico Sala (6), Marcos Suka (3), Shaw (3), Yao Koffi (21) Kohlmaier (12) -cinco inicial- Jonzen (-), Terrell (3), Sebas Arrocha (5) y Ermolinski (6).
Parciales: 19-15; 17-15; 23-10 y 15-19.
Árbitros: Asier Quintas y Marta Hernando.
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