DIARIO VASCO: Con la cabeza en el play-off.
El Bruesa no consiguió abstraerse del partido del martes y perdió la segunda plaza en La Palma. El equipo no estuvo fino ante un rival que desciende.
ÁLVARO VICENTE / Santa Cruz de la Palma
«Mira siempre el lado positivo de la vida». La aplicación del teorema de los Monty Python daría como resultado que el Bruesa llega entero al play off. No tiene lesionado. Perdió de once y encara el play off con todas las ganas del mundo, que no con juego.
No era fácil el envite. La Palma, hasta ayer, tenía el alma negra. Roto de pena. A pesar del tormentoso panorama que tenía por delante -ganar al segundo de la LEB- y aguardar algún tropiezo de sus vecinos de sótano- hizo todo lo que debía. Apeló al orgullo para salir del purgatorio del olvido y, en el último fotograma y ayudado por otros resultados, se reconcilió con el amor verdadero.
Efectivamente era un sueño de locos ganar a La Palma en la última jornada y en su casa. Sí valió la pena vivirlo, sobre todo por conocer una isla, una afición ejemplar y el pabellón más exótico del baloncesto español. Aquí quería ver yo a mi colega Iñaki Izquierdo cuando escribía de la visita de la Real al Ramón de Carranza, la pasada semana. Querido Iñaki las antípodas no están en Cádiz. La hierba alta, el terreno duro y el agobiante calor no es nada con el pabellón Miraflores en el que jugó ayer el Bruesa.
Empezando por su ubicación. Está tan cerca de las nubes que a uno se le taponaron los oídos. Y no por su ferviente público, que también. Enclavado entre montañas, plataneros, palmeras y al que se llega después de recorrer una carretera retorcida a más no poder, se alza la guarida de La Palma. El visitante pierde por diez antes de empezar. Porfirio Fisac decía que no había mejor panorámica en España para fumarse su cigarrillo previo al inicio de los partidos. Sería fuera porque lo que es dentro... Ganar hubiera sido un milagro. El Bruesa compitió a medias. Los rivales implicados en la lucha por el descenso no podrán achacarle nada al Bruesa. Bueno sí, más le vale cambia de actitud en el play off.
Desde bien pronto demostró que no había venido de vacaciones. Tampoco la pareja arbitral aunque por un momento diera la sensación de que iban a tirar para casa y que el viaje había sido en balde. Les costó cuatro minutos fijar el listón de la permisividad. Permitieron que los jugadores de La Palma defendieran por encima de lo legal y eso llevó el marcador hasta el 11-2. Pero alguien miró al marcador de las personales. Devolvieron el equilibrio, entró Rod Brown en escena, y el panorama cambió (13-12, m.6). El ritmo de partido se calmó. El Bruesa se hizo fuerte al dar velocidad al balón en ataque y mostrándose sólido atrás (19-14, m.10).
Pero el Bruesa entró en barrena. Las rotaciones no le sentaron del todo bien y La Palma logró derrumbar el que hasta entonces era un muro defensivo estable. Mal atrás, los problemas tuvieron continuación adelante. El Bruesa anotó tres puntos en cinco minutos y La Palma once (30-17). Y aunque se recuperó por un momento, gracias a Panko (34-24), el marcador al descanso era del todo menos esperanzador. Referirse al arbitraje sibilino no tiene sentido cuando el Bruesa encaja 25 puntos ante el penúltimo de la tabla, pero tampoco es justo pasarlo por alto. Una falta por aquí, otra no pitada por allá... suficiente para sacar de quicio a los visitantes. Eso sí al descanso tablas en la columna de personales (13-14). Que no en lo restante. La Palma valoró 55 y Bruesa 18. Imposible una excusa. La Palma desarboló al Bruesa.
Aparecieron Brown y sobre todo Doblas tras el descanso. El juego del Bruesa era ya otra cosa. En un lado y en otro. No eran más que cuatro puntadas, pero había que darlas bien. Así se puso a seis (53-47, m.26), pero Arrocha se echó encima a los suyos y al público para asistir a una resurrección en toda regla. El Bruesa se sumió ahí en un duermevela de lo más preocupante. No hubo ni rastro de los jugadores del Bruesa.
ÁLVARO VICENTE / Santa Cruz de la Palma
«Mira siempre el lado positivo de la vida». La aplicación del teorema de los Monty Python daría como resultado que el Bruesa llega entero al play off. No tiene lesionado. Perdió de once y encara el play off con todas las ganas del mundo, que no con juego.
No era fácil el envite. La Palma, hasta ayer, tenía el alma negra. Roto de pena. A pesar del tormentoso panorama que tenía por delante -ganar al segundo de la LEB- y aguardar algún tropiezo de sus vecinos de sótano- hizo todo lo que debía. Apeló al orgullo para salir del purgatorio del olvido y, en el último fotograma y ayudado por otros resultados, se reconcilió con el amor verdadero.
Efectivamente era un sueño de locos ganar a La Palma en la última jornada y en su casa. Sí valió la pena vivirlo, sobre todo por conocer una isla, una afición ejemplar y el pabellón más exótico del baloncesto español. Aquí quería ver yo a mi colega Iñaki Izquierdo cuando escribía de la visita de la Real al Ramón de Carranza, la pasada semana. Querido Iñaki las antípodas no están en Cádiz. La hierba alta, el terreno duro y el agobiante calor no es nada con el pabellón Miraflores en el que jugó ayer el Bruesa.
Empezando por su ubicación. Está tan cerca de las nubes que a uno se le taponaron los oídos. Y no por su ferviente público, que también. Enclavado entre montañas, plataneros, palmeras y al que se llega después de recorrer una carretera retorcida a más no poder, se alza la guarida de La Palma. El visitante pierde por diez antes de empezar. Porfirio Fisac decía que no había mejor panorámica en España para fumarse su cigarrillo previo al inicio de los partidos. Sería fuera porque lo que es dentro... Ganar hubiera sido un milagro. El Bruesa compitió a medias. Los rivales implicados en la lucha por el descenso no podrán achacarle nada al Bruesa. Bueno sí, más le vale cambia de actitud en el play off.
Desde bien pronto demostró que no había venido de vacaciones. Tampoco la pareja arbitral aunque por un momento diera la sensación de que iban a tirar para casa y que el viaje había sido en balde. Les costó cuatro minutos fijar el listón de la permisividad. Permitieron que los jugadores de La Palma defendieran por encima de lo legal y eso llevó el marcador hasta el 11-2. Pero alguien miró al marcador de las personales. Devolvieron el equilibrio, entró Rod Brown en escena, y el panorama cambió (13-12, m.6). El ritmo de partido se calmó. El Bruesa se hizo fuerte al dar velocidad al balón en ataque y mostrándose sólido atrás (19-14, m.10).
Pero el Bruesa entró en barrena. Las rotaciones no le sentaron del todo bien y La Palma logró derrumbar el que hasta entonces era un muro defensivo estable. Mal atrás, los problemas tuvieron continuación adelante. El Bruesa anotó tres puntos en cinco minutos y La Palma once (30-17). Y aunque se recuperó por un momento, gracias a Panko (34-24), el marcador al descanso era del todo menos esperanzador. Referirse al arbitraje sibilino no tiene sentido cuando el Bruesa encaja 25 puntos ante el penúltimo de la tabla, pero tampoco es justo pasarlo por alto. Una falta por aquí, otra no pitada por allá... suficiente para sacar de quicio a los visitantes. Eso sí al descanso tablas en la columna de personales (13-14). Que no en lo restante. La Palma valoró 55 y Bruesa 18. Imposible una excusa. La Palma desarboló al Bruesa.
Aparecieron Brown y sobre todo Doblas tras el descanso. El juego del Bruesa era ya otra cosa. En un lado y en otro. No eran más que cuatro puntadas, pero había que darlas bien. Así se puso a seis (53-47, m.26), pero Arrocha se echó encima a los suyos y al público para asistir a una resurrección en toda regla. El Bruesa se sumió ahí en un duermevela de lo más preocupante. No hubo ni rastro de los jugadores del Bruesa.
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