LA OPINIÓN: El enésimo milagro palmero.
El UB La Palma se enfrenta a una nueva campaña con el objetivo de consolidarse en una categoría que ya es un premio.
CARLOS GARCÍA / SANTA CRUZ DE TENERIFE
Resulta ya habitual –prácticamente una obligación– encontrar al UB La Palma entre la lista de inscritos de la LEB Oro temporada tras temporada. Toni Acosta ha heredado de su antecesor en la presidencia, Carlos Toledo, la costumbre de sufrir hasta el último suspiro para sacar adelante al equipo y poder pasear su nombre, y el de toda una isla por las canchas de la segunda división del baloncesto español. Lo cierto es que, fiel a su cita, el milagro vuelve a repetirse un verano más en la Isla Bonita.
Cuando más aprietan las necesidades y más papeletas tenían los blanquiazules de tomar el mismo camino que otras muchas entidades que no han soportado el ritmo de la categoría –con el afán recaudatorio de la Federación Española de por medio–, el UB ha dado con un oasis en el desierto. Y es que el acuerdo firmado con el Gran Canaria ha permitido a los palmeros aliviar sus delicadas arcas al nutrirse de algunos jugadores cuya ficha costea el conjunto de la ACB.
La relación simbiótica incluye también, aunque de forma indirecta, la presencia de Carlos Frade, hasta ahora ayudante de Pedro Martínez y que llega al banquillo del UB para sustituir a un Rafa Sanz al que le pareció ya terminado su segundo ciclo en el conjunto de la calle Trasera. Salen ganando los de Toni Acosta y también los amarillos, que han montado un excelente banco de pruebas en La Palma. El caso más claro es Juan Palacios, un colombiano que ya el año pasado marcó diferencias y que volverá a vestir de blanquiazul, a la espera de conseguir un pasaporte que esquive su condición de extracomunitario y que le abra de lleno las puertas de la Liga ACB.
El préstamo incluye también otros jugadores cuyo denominador común es la juventud y sus ganas por progresar. Como Óscar Alvarado, que después de un tiempo en el que la EBA se le quedaba algo corta y la ACB larga, llega a una categoría intermedia donde puede explotar con minutos. Otro ejemplo casi idéntico es el del tinerfeño Álex López, mientras que el paquete desde el Centro Insular lo completa Roeland Schaftenaar, un holandés de 2,10 con presencia y a la vez buena mano desde el perímetro.
De forma indirecta, puesto que el director deportivo del Granca, Himar Ojeda, ya los había calado en tierras estadounidenses, también se estrenan en el UB otros dos jugadores. El primero Román Martínez, un alero alto de buenas maneras y estilo refinado, pero al que le está costando un poco entender el baloncesto español. Por dentro, Dinma Odiakosa, un nigeriano que parece la versión mejorada de Francis Koffi, con un tren inferior notable y uno superior portentoso, una combinación que le permite luchar debajo del aro como un jabato y a la vez correr a la contra como los ángeles.
Sebas, como nunca
Entre los que repiten, como no, Sebas Arrocha. El Diablo cumple su décima temporada como blanquiazul y al menos en los partidos de preparación ha disimulado sus 34 años. Y es que lejos de que la edad lo merme físicamente, el escolta palmero es ahora más zorro viejo que nunca. También se ha quedado Jan Orfila, deseoso de consolidarse definitivamente en la categoría, así como Joaquín Bonhome, al que una serie de lesiones le impedirá arrancar con el ritmo que ya exhibió el pasado curso. El veterano base Dani Rodríguez completa una plantilla que si cuaja puede ver desde lejos los puestos bajos de la tabla.
CARLOS GARCÍA / SANTA CRUZ DE TENERIFE
Resulta ya habitual –prácticamente una obligación– encontrar al UB La Palma entre la lista de inscritos de la LEB Oro temporada tras temporada. Toni Acosta ha heredado de su antecesor en la presidencia, Carlos Toledo, la costumbre de sufrir hasta el último suspiro para sacar adelante al equipo y poder pasear su nombre, y el de toda una isla por las canchas de la segunda división del baloncesto español. Lo cierto es que, fiel a su cita, el milagro vuelve a repetirse un verano más en la Isla Bonita.
Cuando más aprietan las necesidades y más papeletas tenían los blanquiazules de tomar el mismo camino que otras muchas entidades que no han soportado el ritmo de la categoría –con el afán recaudatorio de la Federación Española de por medio–, el UB ha dado con un oasis en el desierto. Y es que el acuerdo firmado con el Gran Canaria ha permitido a los palmeros aliviar sus delicadas arcas al nutrirse de algunos jugadores cuya ficha costea el conjunto de la ACB.
La relación simbiótica incluye también, aunque de forma indirecta, la presencia de Carlos Frade, hasta ahora ayudante de Pedro Martínez y que llega al banquillo del UB para sustituir a un Rafa Sanz al que le pareció ya terminado su segundo ciclo en el conjunto de la calle Trasera. Salen ganando los de Toni Acosta y también los amarillos, que han montado un excelente banco de pruebas en La Palma. El caso más claro es Juan Palacios, un colombiano que ya el año pasado marcó diferencias y que volverá a vestir de blanquiazul, a la espera de conseguir un pasaporte que esquive su condición de extracomunitario y que le abra de lleno las puertas de la Liga ACB.
El préstamo incluye también otros jugadores cuyo denominador común es la juventud y sus ganas por progresar. Como Óscar Alvarado, que después de un tiempo en el que la EBA se le quedaba algo corta y la ACB larga, llega a una categoría intermedia donde puede explotar con minutos. Otro ejemplo casi idéntico es el del tinerfeño Álex López, mientras que el paquete desde el Centro Insular lo completa Roeland Schaftenaar, un holandés de 2,10 con presencia y a la vez buena mano desde el perímetro.
De forma indirecta, puesto que el director deportivo del Granca, Himar Ojeda, ya los había calado en tierras estadounidenses, también se estrenan en el UB otros dos jugadores. El primero Román Martínez, un alero alto de buenas maneras y estilo refinado, pero al que le está costando un poco entender el baloncesto español. Por dentro, Dinma Odiakosa, un nigeriano que parece la versión mejorada de Francis Koffi, con un tren inferior notable y uno superior portentoso, una combinación que le permite luchar debajo del aro como un jabato y a la vez correr a la contra como los ángeles.
Sebas, como nunca
Entre los que repiten, como no, Sebas Arrocha. El Diablo cumple su décima temporada como blanquiazul y al menos en los partidos de preparación ha disimulado sus 34 años. Y es que lejos de que la edad lo merme físicamente, el escolta palmero es ahora más zorro viejo que nunca. También se ha quedado Jan Orfila, deseoso de consolidarse definitivamente en la categoría, así como Joaquín Bonhome, al que una serie de lesiones le impedirá arrancar con el ritmo que ya exhibió el pasado curso. El veterano base Dani Rodríguez completa una plantilla que si cuaja puede ver desde lejos los puestos bajos de la tabla.
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